Este blog reúne mis artículos (unos publicados y otros no) de investigación acerca del mundo del perro, así como trabajos relacionados con el mundo del derecho y este maravilloso animal. Queda prohibida la reproducción total o parcial de los mismos salvo autorizacion previa del autor.
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lunes, 31 de marzo de 2014
UN PERRO SANTO por Rafael Fernández de Zafra
SAN GUINEFORT, EL PERRO SANTO
De todo hay en la viña del Señor, dice el popular refrán español, y en la viña de la cinofilia hay hasta perros santos, este es el caso de San Guinefort.
Lo que parece una leyenda sustentada en la tradición del norte de Europa, de la protección del hogar y los niños por los perros domésticos ante las peligrosas alimañas, es una historia verdadera minuciosamente relatada por el dominico Esteban de Bourbon (1260).
El referido monje recorre en esos años las tierras del Señor de Villars (Lyon) donde predicando contra los sortilegios y otras herejías, muchas mujeres confesaron llevar a sus hijos enfermos a San Guinefort, comprendiendo tras muchas confesiones que no se trataba de un humano sino de un perro al que la plebe había hecho santo.
Sigue relatándonos en su informe “ DE ADORATIONE GUINEFORTIS CANIS” , que en la diócesis de Lyon cerca del pueblo de las clausuras llamado Neuville, en tierras del señor de Villars había un castillo, cuyo señor tenía una bella esposa, un tierno infante de cuna y un hermoso lebrel (otros autores dicen más alejados en el tiempo que el dominico un sabueso, aunque siempre se le representa en forma de galgo de color rojizo). Un día los señores se ausentaron de su castillo y el mayorazgo quedó al cuidado de una nodriza, nodriza que, en vez de vigilar de continuo al niño lo dejó dormido en su cuna y se fue de la estancia. En esto apareció una gran serpiente (otros autores más modernos dicen que un lobo ) y, al verla el perro la atacó, matando a esta, no sin antes volcar en la lucha la cunita de su amito que se cubrió de sangre de ambos luchadores.
Al volver los señores del castillo quedaron horrorizados al ver la escena y creyendo al pequeño muerto, la madre se desmayó, la nodriza empezó a dar gritos y el pobre perro se acercó a su amo que, creyendo hacer justicia lo ensartó con su espada (extremo este que no queda demostrado con exactitud ya que las pinturas de la época lo presentan matado a palos, aunque yo sospecho que el monje dijo espada por ser instrumento más propio de un noble).
Al acercarse a la cuna comprobaron que su hijo dormía plácidamente y a salvo y que bajo el levitón había una horrorosa serpiente muerta…… arrepentido el noble, deplorando su error al matar a tan valeroso guardián de su vástago mandó arrojar al perro a un pozo cercano al castillo, a sellarlo con piedras y a plantar un árbol para tener memoria de este hecho.
Así los supersticiosos siervos y campesinos medievales intentaron consolar sus duras condiciones de vida, sus enfermedades y sus famélicas hambrunas rezando a un animal que para ellos murió en olor a santidad, pues lo dio todo, hasta su vida por su pequeño amito.
Especialmente le llevaban a esa tumba donde se construyó una pequeña capilla, a niños enfermos y débiles, pasándolo nueve veces sobre la tumba del lebrel o colgando los pañales o las ropitas de los mismos alrededor de ese lugar que consideraban sagrado.
Esteban de Bourbon informó al Papa y se mandó exhumar los restos del perro y quemar los huesos con la leña del árbol que se plantó en su memoria, decretando mediante edictos la expropiación de los bienes y la tortura de quienes diesen culto a San Guinefort, pero no la muerte, pues se buscaba una reprimenda ejemplar.
Para el dominico este culto era un desafío lanzado a la Iglesia medieval por la plebe, dirigida por los segundones de los grandes señores a los que interesaba poco el bienestar del populacho .
A pesar de todo ello se mantuvo el culto hasta los años 30 del siglo XX, ya que la Iglesia amenazó con la excomunión a quien profesase devoción al buen lebrel, cuyo verdadero nombre se dice era Gerlet. Todavía en muchos hogares campesinos de la región se ven azulejos y tablillas con esta preciosa oración, que inspiró la escena de “La dama y el vagabundo” tal y como comentó en su día el genial Walt Disney.
Su día es el 22 de agosto y la oración de este “santo” protector de los hogares, amos e hijos es preciosa y muy actual :
SAN GUINEFORT NOS PROTEGA DE LOS IDIOTAS Y DE LAS SERPIENTES; y añado yo: demasiado trabajo para el pobre lebrel…….
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