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sábado, 12 de julio de 2014

NI LA MUERTE LES SEPARÓ : "LOBI" EL PODENQUILLO DE ARCHIDONA.








NI LA MUERTE LES SEPARÓ:  "LOBI" EL PODENQUILLO DE ARCHIDONA.

Dedicado al Excmo. Ayto de Archidona y a las gentes de este pueblo que hacen posible la Feria del Perro. 

Archidona es muy famosa en España por muchas cosas, su exquisito aceite, sus dulces típicos como los aceitaos, su hotel escuela, su Virgen de Gracia, su Plaza Ochavada, por el famoso apéndice urogenital masculino que  convirtió en prosa y versó  Camilo José Cela, arruinando la vida del pobre de Miguel (creo  recordar que así se llamaba ) su propietario y portador, por la feria del Perro (en la que yo he puesto algún granito de arena con mis comisariados, juicios y conferencias) y por los perros o podencos oritos, (cuyo primer concurso monográfico  tuve el placer y el honor de  juzgar), …..pero también es famosa por una bella historia que llevó a uno de sus protagonistas a tener una estatua en el pueblo que presume de la  invención  de los molletes de pan y las porras, opinión muy contraria a su vecina ciudad de Antequera.

Esta es una historia conocida,  antes por la familia y algunos antiguos del lugar, ahora por  todo el pueblo; y la conocemos gracias a don Miguel García Paneque, que escuchó de miembros del Ayuntamiento de su pueblo  iban a hacerle un homenaje al perro Bobby de Escocia, aquel famoso animal que acompañó a la tumba de su amo durante  14 años en Edimburgo, un skye terrier del siglo XIX, y creyó que era al “Lobi”, el medio podenco de su abuelo, que también lo acompañó a la tumba, y se fue a ver al alcalde.  Los del Ayuntamiento no sabían nada  y se sorprendieron gratamente con la historia, por lo que el  entonces alcalde, mi buen amigo Manuel Sánchez y los concejales del Ayuntamiento se decidieron por hacer el homenaje al perro nativo,  no menos meritorio que  el escocés, en el marco de la XVIII Feria del Perro de Archidona, como homenaje a la relación entre el perro y el hombre. El barro lo hizo Francisco Javier Galán y el bronce la antequerana empresa de Mester artis.

La estatua hoy es orgullo de los archidoneses y una desconocida para los foráneos, que raramente se detienen ante ella, a pesar de su céntrica y privilegiada situación.  

   
Esta  es la historia de Lobi, un mestizo de podenco blanco y rojo de nombre sonoro, típico y cortijero en la provincia de Málaga, alargado y de patas cortas al estilo de un maneto y de su dueño don Miguel García Muñoz. El señor García regentaba una conocida carnicería sita en la Plaza Ochavada, lugar de incomparable belleza, y además era tratante de  ganado. El “Lobi” siempre andaba echado en la puerta de la carnicería o acompañaba a su dueño en los tratos de la compra de ganado a los cortijos. Incluso le esperaba pacientemente en la puerta de la taberna de la Viuda, donde se echaba los vinitos su amo, mientras trataba el precio del ganado o después de su tarea de despachar a la parroquia en la carnicería. Era su sombra y siempre andaba junto a él.
El señor García cayó enfermo, probablemente de una parálisis y se vió postrado en la cama durante algo más de un año, tiempo  que el pequeño amigo pasó junto al lecho de dolor, moviéndose lo imprescindiblemente necesario para  hacer sus necesidades, comer y beber y nada más. Ocurrió el fatal desenlace, murió Miguel  un 5 de mayo de 1949, en esa época gris de la postguerra española, enterrándose  al buen convecino un día después.

El animalillo estuvo en el funeral junto a su amo, en la Iglesia y no había manera de echarlo, acompañó al féretro al cementerio y al irse los vecinos y dolientes, el sepulturero si pudo expulsarlo del cementerio a pedradas y grandes voces. Al caer la noche, el animal volvió a su casa, donde la viuda doña  María García de García, lo esperaba para darle comida y agua, así un día tras otro, pues el pobre perrillo desesperado ante  la pérdida de su amo, se aprendió el horario del cementerio de este pueblo, llegando justo antes de abrirse y marchándose unos instantes antes del cierre para evitar que le regañasen. El rito se repetía a diario, el perro muy de mañana arañaba la puerta y hacía el recorrido de las calles Puentezuela, la delantera del Mercado, esquina de Maestro Lara y San Antonio en un recorrido de ida  en la mañana y vuelta al atardecer.

Lobi, en su afán por encontrar a su dueño, por sacarlo de aquel lugar oscuro y triste donde lo habían enterrado, intentaba a toda costa llegar a él, salvarlo, rescatarlo de las garras de la muerte arañando y escarbando los nichos de alrededor, lo que supuso quejas de los familiares de los difuntos que se veían afectados por el fiel afán de “Lobi” por estar junto a su dueño. La viuda, resignada, blanqueaba y reparaba los nichos contiguos que el perrito, queriendo hacer un bien, estropeaba de continuo.

Cuanta ansia por estar con su amo!!!...al final el destino se apiadó de él y murió atropellado por un coche en la  esquina Maestro Lara, cuando retornaba al ocaso a su casa,  a los tres meses aproximadamente de la muerte de su amo, sin dejar de acudir ni un día a tan sagrada cita.

Unos vecinos le encontraron muerto y se lo dijeron a la sra. María, lo que no ha quedado en la memoria familiar es que se hizo con su cadáver.

Tras 61 años, la estatua en homenaje a este perro, reunió a los descendientes de don Miguel García, que quisieron estar presentes en el reconocimiento a la fidelidad que le hicieron al más incondicional y mejor amigo de su abuelo en el año de 2010.

Rafael Fernández de Zafra.
Julio de 2014.



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