Hoy os voy a contar
una historia que pocos libros cuentan, o que si las cuentan olvidan a los otros protagonistas. La he recordado al ver
un desvencijado y viejo libro dedicado a mi abuelo, en la estantería de la
salita de estar, de un autor republicano y sevillano para más señas, don Manuel
Chaves Nogales : “Lo que ha quedado del Imperio de los Zares”; editado en 1931 es
un compendio de diversas entrevistas o "interviús" a los últimos zaristas, miembros de la
familia Imperial, aristócratas rusos y otros personajes, cargado de fotos y reflejando la vida en el
exilio holandés, francés o norteamericano. A España llegaron algunos de ellos
como una hija del Barón de Wrangel, que se instaló en Málaga y rápidamente se
acomodó entre la buena sociedad o los innumerables cosacos que pasaron a
engrosar las filas de la Legión
española, por ser don Alfonso XIII padrino de su regimiento de
caballería en Rusia.
El frío invita a
recordar, y la estufa caliente, un buen té, mis padres, nuestros perros…… el
tiempo glacial que arrecia en Málaga, nos recluye en la salita y charlamos; la foto del Çzar sigue en
el pasillo de casa, y surge la historia del abuelo, Chaves Nogales (al que no
conocí), la Baronesa Wrangel (a la que conocí) y los últimos perros de los
Zares.
De lo que recuerdo y
lo que he logrado recabar os brindo este relato que es un retazo de historia visto
desde el mundo de la cinofília.
La familia Imperial
Rusa, asesinada a quemarropa en Ekaterinburgo, la gran ciudad de los Urales, junto
a sus fieles domésticos que eran : el cocinero, la doncella de la Çzarina y el ayuda de cámara del Çzar, a
ellos se unió el doctor Botkin todos murieron en la casa de Ipatiev en ese
semisótano donde se hacían morbosas fotos los integrantes del ejército rojo y
los dirigentes del Partido comunista. Murieron por orden directa de Lenin y del
responsable de Interior el cruel Sverdolv, al conocer que los miembros del
ejército blanco y la Legión checoeslovaca se acercaban a la ciudad para
intentar rescatar a los cautivos.
Los encargados de tal
canallada iban a ser 13 hombres, pero al final fueron 11, y entre ellos su despiadado
cabecilla Yakov Yurovsky. Desde Interior se previno que no fuesen rusos los encargados
de la matanza, salvo Yurovsky, por ser bolchevique, y por ello se dispuso que
fueran desertores del ejército Imperial Austriaco, entre ellos Húngaros y
Letones, negándose dos de los húngaros, por ser católicos, a tamaña vileza.
Tras el asesinato de
la familia Imperial, se hicieron fotos de todo ello pues querían los dirigentes
que no quedasen vivos ni los perros, a fin de demostrar al pueblo la “eliminación”
de la Imperial estirpe.
En un principio los
cuerpos tras varios intentos de deshacerse de ellos se echaron en una quiebra
del terreno que se intentó derribar con unas granadas de mano; ante el fracaso
(sólo lograron despedazar los cuerpos) al día siguiente los quemaron y
arrojaron ácido sulfúrico sobre ellos para borrar cualquier pista, todo lo ideó
Yurovsky.
Se realizó un solo informe sobre la
masacre, el informe Sokolov, un juez de
la Rusia blanca investigo la desaparición a instancias del ejercito blanco.
No había rastro alguno
de los cuerpos y menos de los supervivientes, lo que creó el mito de la Gran
Duquesa Anastasia y sus múltiples suplantadoras de personalidad como fue la
famosa Ana Anderson en los EEUU de América.
Tres eran los perros
que acompañaron al exilio a la familia Imperial; y ninguno de los tres de raza
rusa. Un bulldog francés de color
atigrado, perro de moda en los primeros años del siglo XX, especialmente entre
las personas de buena sociedad y aristócratas que viajaban a París; Ortino se
llamaba el pequeño amigo de la Gran Duquesa Tatiana. Sus restos aparecieron en los años 90 cuando entre los restos de la Familia
Imperial.
El perro de Anastasia era Jemmy, un King Charles de color negro y fuego;
muchos autores dicen que era un Cavalier, pero las fotos que he visto, el
tamaño y la redondez de su cráneo avalan mi afirmación. Esta raza típicamente
inglesa, llega a la corte rusa por influencia británica de la abuela del Çzar Nicolas II,
hermana de la madre de Jorge V de Inglaterra. Los restos de Jemmy fueron
encontrados en 1919 en la mina “Los cuatro hermanos” en donde intentaron
deshacerse de los cuerpos de la familia reinante en Rusia. Hay fotos también
del animal muerto en el sótano que atestiguan su muerte.
El tercer perro era un
Springel Spaniel chocolate y blanco de nombre
Joy. Era una raza muy querida por los cazadores y deportistas de la alta
sociedad de la época. Viejo y medio ciego, era por su mansedumbre y
tranquilidad el compañero de juegos ideal del delicado Çzarevich Alexis.
Este fue el único
superviviente de la tragedia según relataba el amigo de mi abuelo, el señor
Chaves Nogales, pues al no ver bien se asustaba de los ruidos fuertes y se
escondió al escuchar el estruendo de los disparos que efectuaron los asesinos
de la familia Romanov. Al llegar la calma el animal se echó entre los
ensangrentados cuerpos y cuando fueron a sacarlos del semisótano para ser
cargados en un camión a fin de deshacerse del abominable asesinato, huyó para vagar por las calles de
Ekaterinburgo. Al retirarse los soldados
bolcheviques el perro retornó al caer la noche y lo cuidó el encargado de la
guardia del macabro lugar, Michael Letemin. Ocho días más tarde las tropas blancas blancos entraron en la villa y encontraron al
perro en los alrededores de la casa Ipatiev. Gemía de continuo y buscaba a sus
augustos amos. El coronel Rodzianko de la Mision Militar Britanica en Siberia
lo reconoció como una de las mascotas de los difuntos y lo adoptó.
La baronesa
Buxhoeveden, asidua de la corte zarista, fue a ver a Joy, en Omsk, a las dependencias la Misión Militar Británica y cuentan que
cuando venteó a la aristócrata, fue hacia ella saltando y corriendo, gañendo
con un halago alegre reconociéndola por el olfato, al llegarle un olor
familiar.
He de explicaros para
su comprensión que era la Misión Militar Británica. La Misión Militar Británica
era una misión de voluntarios para luchar contra los rojos e intentar el
rescate de la familia Imperial. Jorge V y el gobierno Británico, temerosos de
las protestas populares contra los Romanov y la mala prensa que tenían en toda
Europa, ante el temor por posibles revueltas en su reino, negaron el asilo político a Nicolás II, promovieron
un ejército de voluntarios y nada más…..
El coronel Rodzianko
se llevo a Joy a Inglaterra, a su casa a un exilio dorado, lejos de los
horrores pasados, donde vivió 5 años más. donde pasó sus últimos años aunque nunca
recuperó su estado de ánimo y abatimiento.
Como complemento a
estas anécdotas históricas de la familia Imperial Rusa os contaré que las
verdaderas mascotas nunca fueron
Borzöis, el lebrel aristocrático era un símbolo de poder, y nada más y no
compartía los salones de Palacio. Llegaron a los salones tras la caída de los
Zares.
Multitud de mascotas
acompañaron a los Zares de todos los tiempos, y, entre otras razas además de
las ya mencionadas estaban los samoyedos, carlinos, grifones belgas, galgos
italianos, y pequineses por nombrar a
algunos.
Rafael Fernández de
Zafra
Enero de 2015.
Muchas gracias por tu relato Rafael, has dado datos que no conocía, muy interesante y conmovedora la historia. Me alegro de que Joy fuera adoptado, querido y bien cuidado. Un saludo
ResponderEliminarInteresante el resalto pero muchas inconsistencias, respecto al perro Joy, este se salvó porque esa noche se había salido a merodear. Fue rescatado llevado a Inglaterra, cuando falleció fue enterrado en el cementerio de mascotas del castillo de Windsor.
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