Translate

lunes, 31 de marzo de 2014

Un artículo rescatado del boletín del Bodeguero por un aficionado

NUESTROS PERROS EN MÁLAGA Los bodegueros andaluces también tienen su historia en Málaga, mi tierra, tierra de bodegas de dulce moscatel (unas grades y otras modestas como la de mi familia) que hoy casi han desaparecido. Gracias a ese pasado vinícola de mi apellido tuve la suerte de disfrutar en mi niñez de unos compañeros de juego ideales: los rateros, rateros ingleses o bodegueros, pues así los llamábamos en Málaga, diablillos encantadores de blanco pelo que me permitían quitarles la comida de la boca o tirar de las orejas. Animado por los miembros del Club, aprovecho la ocasión preciosa para intentar contribuir con mi pluma, mis recuerdos y la memoria de mi abuela Francisca Rodríguez y Galvez Del Postigo !98 años!, a daros a conocer los otros bodegueros. Los primeros rateros entraron en Málaga vía Jerez de la Frontera a finales del XIX y principios del XX, eran perros descendientes de los todavía o bien fijados fox terrier de pelo liso y del antiguo terrier blanco inglés, que acompañaban a las familias anglosajonas en su conquista comercial del Sherry. Tiene una sencilla explicación: el vino dulce y los frutos secos se compraban y embarcaban desde Málaga hacia Inglaterra de modo que el intercambio comercial era fuerte entre las dos ciudades, llegando incluso a realizarse debido a ello matrimonios de cierta conveniencia. En esos intercambios mercantil-maritales llegaron los perros, aunque como siempre hemos personalizado lo nuestro, preferíamos un tipo de perro más ligero que el jerezano, de patas finas, menos hueso y menos pecho, de inserción de cola más alta y a ser posible de orejas tiesas en forma de llama. Así lo quiso Málaga, al gusto y función de una época y un tipo de bodega: menos sitio, toneles más bajos y apretados = perros más estrechos. Los propietarios siempre eran de la burguesía media alta de la ciudad. De las bodegas pasaron como eficaces aliados a las fábricas de harina, almazaras de aceite, almacenes de frutos secos, etc., pero siempre en el mismo estrato social. El pueblo llano no tenía acceso a estos perros que fueron símbolo del prestigio social y bienestar económico. Entre mi abuela y yo elaboramos un pequeño recorrido en la historia de Málaga, perros apellidos del que os hago un breve resumen: D. José Estrada, Ministro de Gracia y Justicia en los años 20 tenía a "Manchi" como mascota de salón, familia Pacheco con "Lucky", años 40, familia Rojano, una pareja en la aceitería y así los Lopez, Barbado, Alvarez, Gross, Larios, etc, destacando el refresco de sangre de los perros de Doña Rainiera Hidalgo (Manzanilla La Gitana), casada con el malagueño Heredia, que traía y tenía siempre una pareja del tipo jerezano. En casa siempre los hemos tenído y de testigo la etiqueta de la asa que os envío. Nombres como Peca, Bocanegra, Chirri, Arruza, Bobby, Lucero, Belmonte o Dandy ladran en mis recuerdos. Casi siempre de tipo malagueño, así hasta los dos últimos, "Morralla", 21 años en casa y "Amigo" , regalo de Don Curro Domecq a mi abuelo Antonio Zafra y Bustos que murió en los años 80. Después el vacío, que achaco a estos factores: - Falta de popularidad, por el estrato social en el que se movían. - Desaparición de gran cantidad de bodegas. - Modernización de las bodegas supervivientes. - Raticidas. - Aparición de razas ¿Más bellas? , que suplantaron en los salones a los rateros como mascotas: caniches, yorshires y otras zarandajas por el estilo. En la actualidad y gracias al club, el gran esfuerzo del club, resurgen en toda Andalucía como Ave Fénix de las cenizas, entre caballistas y gentes enamoradas de la raza y de la moda cinófila ( que por desgracia la hay ). En Málaga se ven algunos jerezanos, el tipo malagueño con sus defectos y virtudes desapareció. Esta es mi pequeña aportación de la memoria de 100 años más o menos de nuestra raza en Málaga, pero no puedo acabar este artículo sin contaros una anécdota familiar: "Amigo" ( el de los Domecq ) , mascota de mi madre, era su carabina junto a un bodeguero del mismo nombre que le regaló mi padre. Más de un beso le costó a mi padre un mordisco de ese perrillo que defendía a su ama de quien lugo sería su esposo ! Menos mal que son pequeños ¡. Gracias por vuestra atención, por vuestros perros y sobre todo gracias a las familias bodegueras de Jerez que mantuvieron una semilla con a que podemos trabajar hoy. Nota: Este artículo lo escribió Don Rafael Fernández de Zafra en el año 2006 en el boletín informatívo del Club Nacional del Perro Ratonero Bodeguero Andaluz.

EL OTRO HITLER por Rafael Fernández de Zafra - publicado en Todo Perros

“ El otro HITLER” Hitler, queramos o no ha sido uno de los grandes protagonistas del siglo XX, y estudiando sus diversas biografías, escritas por sus defensores y sus detractores, descubrimos a una persona amante de los animales, vegetariano, promotor de leyes contra la caza en Alemania, contra el maltrato animal, a favor de los derechos de toda la naturaleza, promotor de grandes repoblaciones de bosques auctóctonos, con cartillas de racionamiento incluso durante las peores épocas de la II Guerra Mundial…….a un hombre de gustos sencillos y austeros en lo íntimo pero de gran pompa y boato en lo externo. Sus biógrafos, colaboradores, defensores y detractores coinciden en algo: este amor de los animales estuvo inspirado en la lectura de la obra del filosofo Schoppenhauer y la biografía de Richard Wagner, y especialmente el amor a los perros. Desconcertante……… Tras diversas lecturas de innumerables biografías del dictador, Hitler se nos presenta como un gran amante de los animales y especialmente de los perros. Hay deliciosos pasajes referidos a sus perros recogidos por diferentes autores que sorprenderán al lector, y a ellos haremos referencia en este artículo. El primer perro verdaderamente suyo, fue un Jack Russell Terrier, blanco con una mancha en la cabeza, lo cogió en enero del año 1915, cuando persiguiendo a una rata desde las trincheras inglesa entró sin querer en una trinchera alemana. El entonces sargento del ejército alemán lo cogió y lo mimó, dándole lo poco que tenia para comer especialmente bizcochos y chocolate para que no echase de menos a los ingleses y a hablarle en una jerga medio alemana, medio inglesa a fin de acostumbrarlo a él. Con el tiempo se volvieron inseparables. Folx era como buen Jack Russel bravo y pendenciero, siempre estaba cosido a mordiscos de perros más grandes que él y gozaba de popularidad entre los compañeros de armas del futuro Fürher, pues le enseñaron multitud de trucos y era el pequeño bufón de la soldadesca. Se lo robaron en Colmar, probablemente un ferroviario que le propuso comprarlo en la bonita cifra de 200 marcos alemanes de la época. El ferroviario era el encargado de dar entrada y cerrar los vagones de los soldados, al bajar en Harpsheim se dio cuenta que el perro habia desaparecido. (Kart Lanzhammer, compañero de trinchera de Hitler). En el invierno del año 1921 - 22, le regalaron un macho de pastor alemán adulto, su nombre era “Wolf” de color negro y fuego. Fue uno mas de sus perros pero del mismo no se habla mucho, pues solo se refería a él por la pena que le causó que el animal echase de menos a su antiguo dueño. Este fue el segundo perro del afamado dictador. (A.Zoller) Antes de tomar el poder, relata su secretaria personal…que le regalaron una cachorra de Scotthist Terrier, negra, de nombre “Burly”, que le divertía mucho, pues jugaba mucho con ella. Mordisqueaba los expedientes y jugueteaba entre los sillones de su despacho, aunque el Fürher nunca jugaba con ella delante de los extraños. Esta perrita fue junto a un macho que posteriormente compró, la inseparable pareja de Scottihs que aparecen siempre junto a su novia Eva Braun. ( la secretaria de Hitler) A primeros de los años treinta llega su tercer perro, esta vez una pastor alemán, de las del plan de cría organizado por el Estado alemán, su nombre era “Blonda”, pero Hitler la llamaba cariñosamente “Blondi” . Esta perra acompañó a Hitler hasta sus últimos días en el Bunquer y mandó envenenarla para que no sufriera penurias y no callese en manos de sus enemigos. Descendiente de esta famosa perra, y cruzada con un macho que también le obsequiaron de nombre “Muck”, regalado por Graf , según testimonia el amigo personal de Hitler , August Kubicek(“Yo fui amigo personal de Hitler”), nace el famoso “Wolfi”, uno de los últimos perros que poseyó el Fürher Canciller alemán y que murió junto a su madre Blondi, y del mismo modo. Existe documental grabada respecto a esta camada y a los paseos de Adolf Hitler junto a sus perros, especialmente en su residencia en las montañas, donde se retiraba a disfrutar de la naturaleza y de los animales y especialmente de sus perros, radicada en Obersalzberg ( Herman Göering). “Wolfi” fue retirado pronto de su madre y criado personalmente por Hitler, y según n os relata su secretaria en el libro “Hitler” de Allan Bullock, le prodigaba infinitas caricias, en el box de su madre, pues la perra parió en marzo, casi al final de la guerra, fechas en las que encontraba consuelo en compañía de sus perros. Albert Sperr nos explica en el libro “ Mis memorias” que el perro de pastor alemán desempeñó un gran papel en su vida y que le comentó personalmente lo siguiente: “Herr Speer, llegará un día en el cual solo tenga dos amigos: la señorita Braun y un perro de pastor alemán.” Y a partir de esta frase, les dejo con su opinión, esperando haber satisfecho una vez más, la curiosidad cinéfila de los lectores de la revista.

LA SUERTE DE PERROS EN LA TAUROMAQUIA

LA SUERTE DE PERROS EN LA TAUROMAQUIA. Surge la suerte de perros en la antigüedad de los tiempos con tintes de sacrificio religioso. Sus protagonistas indudables los perros de presa romanos, ancestros de nuestros alanos españoles. Las estelas de Clunia (siglo I A.d C, cerca del actual Burgos), representan a toros y vacas uros (que se extinguieron a principios del S. XVII, siendo los ascendientes de las razas vacunas europeas, encontrando actualmente una raza muy parecida al bos Taurus primigenius que es la vaca Betiza Vasca) acometidos por los pugnaces de la arena. Conocieron su apogeo en la Edad Media y empiezan su declive al principio de 1800, coincidiendo con el nacimiento del toreo moderno, siendo esta una de las causas que, añadidas a la Guerra Civil, a la falta de trashumancia del ganado bravo y a la aparición de razas extranjeras llevaron a la casi extinción del alano y al conocer como simple reliquia a su primo, el Villano de las Encartaciones. La primera narración moderna de la suerte de perros es la de la Crónica Latina de S.M Alfonso VII, el Emperador, en las fiestas de la boda de su hija bastarda” Alii latratu canum ad iram provocatis Taurus…..”, usándose esta suerte también en los reinos musulmanes, tal y como relata el cronista Ibn – al- Jatib, cuando Mohamed V de Granada celebra fiestas de toros y perros, con ocasión de la circuncisión de su hijo. La suerte consistía en acometer al toro con perros, y, tras su agarre de morros, papada y orejas, ser rematado por los caballeros, siendo testimonio de ello también los capiteles de la catedral de Pamplona (S.XV). Os he relatado en cientos de ocasiones que en España no ha habido una afición cinófila profunda y no se ha relatado casi nada acerca de nuestras razas, pero, es nuestra historia tan grandiosa que de modo indirecto empieza a aparecer nuestro Alano español, narrado por las más grandes plumas literarias universales. Así Argote de Molina, en su discurso del Libro de la Monteria de Alfonso XI describe esta suerte hoy en desuso y llama a los perros Alanos (S. XVI). Este protagonista canino está tan profundamente ligado a la tradición y cultura españolas que Yagüe en su poema Los Amantes de Teruel, narra los lances de los perros en la corrida de un modo bellísimo y descriptivo, o más tardíamente por Lope de Vega en La Dorotea, en la cual se describe el lance entre perro y el toro. Su papel no sólo se centró en estos menesteres de perro de Circo, sino que fue fiel empleado de mataderos como auxiliar de los jiferos, ejemplo está en la pluma magistral de Lope de Vega en su Epístola a Gaspar de Barrionuevo en la que el verso rinde homenaje a tan magnífico tesoro de nuestra cinofília. Otro excelso narrador fue Cervantes que en su Coloquio de los Perros, en los cuales Berganza el perro del matadero de la Puerta de la carne, que da el nombre de su amo y le describe, describe su trabajo y entrenamiento e incluso el nombre de sus padres y abuelos en un breve pedigreé. El ejemplo más tardío lo tenemos en el siglo XVII plasmado por Ventura de Vergara Salcedo que describe el dar a los perros al toro. Finalmente no podemos dejar de mencionar a pintores como Goya, que en su Tauromaquia llevaron al arte esta suerte y estos alanos. El resumen de todo ello es que el encaste de los alanos se seleccionaba desde antiguo y que siendo un espectáculo sangriento, gustaba a la plebe, al populacho y de ahí el interés por la selección…….AMOR PROPIO DE LOS CRIADORES, llamados entonces aficionados y entre ellos bastantes pudientes y aristócratas Y EL DINERO, que se manejaba en las apuestas y como no, en el precio de los mejores ejemplares. Testigo de ello es que a don Isidro Burgos de Chamartín, en 1795 se le pagaban 300 reales de Vellón, por cada toro a sujetar por sus perros, por salir muchos muertos y heridos, pagando esta suma las Maestranzas o las Juntas de Hospitales, de cada plaza concreta, u otras veces siendo un generoso aporte de caballeros o damas aficionados que los criaban y colaboraban con estas entidades, aportando sus perros al espectáculo. Los poderosos alanos llegaron a ser tan populares y demandados que salían a la Plaza adornados con ricas gualdrapas bordadas en oro, tal y como se relata en las crónicas de las revistas taurinas de Barcelona en 1857 y vitoreados por el público tanto o más que los toreros. Las plazas de Toros a finales de 1600 y principios de 1700 empiezan a reglamentar la suelta de los perros que se hacía según costumbre, verbigracia, una jauría de doce perros , divididas en cinco grupos: dos de a tres perros y tres de a dos. Entrarán primero un grupo de a tres, a ser posible machos, y si este grupo no hace una buena presa, el presidente dará salida a uno o más grupos , haciendo la señal con un pañuelo verde ….. el puntillero auxiliará a los perros situándose detrás del toro, hiriendole con un estoque en las costillas y rematándole con la puntilla…(Reglamento de la Plaza de Madrid, artículo 7º, 1868). Tanto es así que no se consiente echar a los perros a un toro de casta y noble para otras suertes sino a los mansos, siendo responsabilidad del presidente lo contrario. El Marqués de Pontejos fija en un oficio que los gastos que ocasionen los perros a un toro que cumple con bravura según el reglamento, los debe pagar el presidente pues su misión es cumplir como autoridad lo dispuesto en los carteles (16 de septiembre de 1835). Como ya os dije, al surgir el toreo moderno las revistas empiezan a protestar acerca de esta costumbre de la suerte de perros, tales como la publicación “El Enano”, que surten efecto y esta suerte empieza a desaparecer declinando la misma totalmente después del año 1883, sustituyéndola por las banderillas de fuego……no incluyo comentarios. Aquí comienza el ocaso de la raza tal y como os conté al principio que hoy surge tras denodados esfuerzos de los criadores, que en cada camada, en cada animal ponen la ilusión de hacer permanecer viva a una reliquia canina que nos acecha en cada rincón de nuestra Historia. Rafael Fernández de Zafra.

LOS SPITZ DE MI MEMORIA

LOS SPITZ DE MI MEMORIA. He tenido la suerte como cinofilo, de ser tan poco original que he heredado la afición de mis mayores, la pasión por los perros en general y la idolatría de algunas razas en particular. Una de esas RAZAS son los SPITZ. De ellos, de esa raza, sin ánimo de ser presuntuoso puedo contaros mucho y de antiguo, algo de lo que me relataron mis mayores y algo de lo que yo he vivido. Mi tatarabuelo Federico Von und Zu Rottmüller, a la sazón cónsul del imperio Austro-Húngaro, fue uno de los introductores de los primeros spitz y la afición de estos perros en mi familia a mediados de 1800 y ha sido una constante hasta el año de 2003, fecha en la que se fue al “cielo de los perros” ( Su Santidad Juan Pablo II decía que los animales no tenían alma pero sí un soplo divino) una pequeña Spitz en Wolf Sable (Waltz se llamaba en recuerdo a sus antepasados austriacos). Todos esos años y generaciones de mi familia han sido acompañadas por un representante de esa maravillosa familia canina que lleva acompañando al hombre moderno desde su nacimiento como tal. No os voy a hablar del perro de las turberas, ni de los volpinos de Roma, ni de los perros de la Reina Victoria, historia oficial y de los libros, os voy a relatar el boca a boca de 6 generaciones con spitz y las consiguientes anécdotas a más de un siglo de memoria que he tenido la suerte de atesorar y que ahora deposito en mi paciente lector. Al morir “el austriaco” su perro preferido “Blitz” (Rayo en alemán) se echa a los pies de su cama sobre un cojín de damasco rojo. Acompaña a su amo, a la semana murió de pena. Mi bisabuela añadió al escudo de armas de su padre en la parte inferior, donde hace el pico, un spitz blanco echado sobre un cojín rojo sobre fondo azul con el lema “semper fidelis” – siempre fiel -. Contaba mi abuela Isabel que su abuelo el austriaco, le traía perros “Lulús de la Pomerania”, los blancos eran Prusianos o Pomeranos y los negros Bávaros o de Württenberg, (en la zona de Baden, donde se ubica el famoso balneario de Baden - baden) siempre medianos los de compañía y grandes los que se usaban para el coche de caballos. Era típico según me relataban mis mayores, en esas apacibles noches de cuentos, en los que pedíamos a Mamá Isabel que nos deleitase con su verbo, que grandes señores, sacerdotes y gentes de la buena sociedad de aquellos entonces, se hiciesen acompañar de estos perros; se apreciaban especialmente por las señoras y señoritas los pequeños, que nacían de modo espontáneo en las camadas de medianos y eran raros. Nos contaba que su padre, alcalde de la ciudad de Ronda, incluso se llevaba a su perro al Ayuntamiento, a su despacho, a diario, o que su padrino un noble austriaco de la Casa de Sajonia, le regaló un cachorro el día de su puesta de largo. También nos contaba que mi tatarabuelo puso de moda lo que en su tierra era costumbre entre la alta sociedad, el que los paseos en carruaje fueran acompañados por un Spitz grande, al lado o debajo del mismo, buscando que el color de su pelo concordase lo más posible con el color del tiro de caballos, por lo que a veces al que en España siempre se le llamó Lulú, en su tierra natal se ganase el sobrenombre de “perro de cochero”. Eran una alarma viva de “coche de caballos”, pues cuando los señores se ausentaban o el propio cochero, se echaban cerca del carruaje o en el pescante y ladraban de modo desaforado si alguien osaba romper la vigilancia. Igualmente me relataba que era raro verlos en los barrios populares de finales del siglo XIX y primer tercio del XX. Los pocos que había eran los regalados por los señoritos a sus “queridas” o los que “se morían o perdían” cuando había camadas en casa de los señores y aparecían de modo casual en casa de sus chachas o domésticas ya que como os he dicho fueron un símbolo de buena posición social. En casa cruzábamos como lo hacían nuestros mayores, blancos con negros, para conseguir blancos bien pigmentados, que fueron los reyes de los perros de compañía en España y en las colonias hasta bien entrados los años 60 del pasado siglo, hasta que otros perros desplazaron por moda a nuestros queridos tiranuelos. A veces nacían perros Arlequines que ahora se llamar particolores o bicolores, siempre en blanco y negro, que tenían el privilegio de vivir si eran de manchas simétricas y llamativas, sino se les sacrificaba al nacer. Nunca salvo contadas ocasiones se criaba con los arlequines. Durante la guerra civil española, durante los nueve meses de dominio republicano sobre Málaga, mis abuelos tuvieron que sacrificar, dándoles un tiro con una pequeña “Derringer” a 5 de sus siete Lulús ya que no podían darles de comer. No os lo imaginaís……. Veo a mi abuela Isabel, vestida de negro con más de 80 años, llorando al recordar aquello como si del mismo día se tratase. Los nuevos Adán y Eva de la dinastía se llamaban Lucero (blanco) y Bocanegra (particolor de cabeza negra que tuvo el privilegio de vivir por ser la más joven de las perras). Mis abuelos paternos llegaron a compartir los pocos víveres de racionamiento con sus perros para no renunciar a su compañía. Los perros fueron esquilados y se les manchaba de aceite y ceniza para que no pareciesen “perros de señoritos” , ya que por un Lulú regalado por mi bisabuela a una amiga de mi abuela en su cumpleaños, doña Concepción Jiménez, fue descubierta cuando se ocultaba por el crimen de rezar el rosario en adoración nocturna, y el perrillo inconsciente del mal que causaba por su fidelidad señaló el escondite de su propietaria que fue asesinada a las afueras de la ciudad , no incluyo comentarios. El problema fue siempre mantener unos perros de calidad. Como ni se vendían ni se compraban hasta años recientes era difícil mantener una buena línea. En España eran un regalo, un obsequio que se hacía a menudo entre las gentes de la “buena sociedad del momento”. Eran protagonistas habituales de un día de Reyes, un Santo, un cumpleaños o como complemento perfecto al regalo de una pedida de mano (caso este que ocurrió más de una vez en mi familia). En casa se procuraba traer sangre de Austria o Alemania, nunca de Inglaterra pues los hocicos eran más afilados, más “zorrunos” y no gustaban tanto a mis mayores. El fin, evitar la desastrosa consanguinidad que da lugares en nuestra raza, por mi experiencia a la aparición de epilepsia, prognatismo, sordera, monorquidos, paticortos o patilargos y perros faltos de pelo. No con tantos productos como hoy día, se bañaban con jabón “de olor” y tras secarles se les cepillaba con agua de rosas y un cepillo de cerdas de jabalí una vez al mes. Una vez a la semana se les cepillaba con el mismo cepillo y se les daba con polvo para los azulejos (blanco España) mezclados con polvo de talco francés (de junquillos de olor). El alrededor y los propios ojos se blanqueaban y limpiaban con una solución a base de ácido bórico, peligrosa pues podía quemarles los ojos. Se alternaba con una solución de agua y bicarbonato para limpiarles sólo por fuera. Existía también la nefasta práctica de darles pequeñísimas dosis de arsénico para que tuviesen más pelo. En casa nunca se usó pues este veneno se acumula en el hígado y al final acababan muriendo. Otra costumbre que se ha desterrado de la raza era el emborracharlos con leche y anís para que no crecieran. Respecto a los collares he visto lo más barroco que os podáis imaginar. Se les cargaba de cascabeles, campanillas, pequeñas figurillas, medallitas con su nombre ……. de plata, llamados “dijes”, con los años se quedaban sordos como tapias, si ya no lo eran de nacimiento. Hasta que surgen o imponen los cómodos piensos, los perros de casa comían un “potaje” a base de arroz o pasta (en forma de fideos gordos) con carne de cabra o de caballo. Una vez a la semana sólo un yogurt o leche cuajada y otra vez algo de pescado con verdura. En el agua se les ponía ajo a fin de evitar los parásitos intestinales y los externos, aunque también me contaba mi abuela que se les daba en infusión para los parásitos corteza de árbol de la morera con hierba buena y para los externos se les ponía ZZ y bajo el cojín donde dormían unas hierbas que crecen en el río que se llaman “matranto” y ahuyentaban a las pulgas. Los años tras la guerra hasta los 70 fueron muy populares y llegan a casi todos los estratos sociales. “Zar” descendiente de los “Adán y Eva”, los que se libran de la guerra civil, es el compañero de la niñez de mi padre; era un mediano – grande, pero bellísimo. En esa época mi familia es trasladada a África, a las colonias y quedan ejemplares descendientes de nuestros perros en el Norte de Marruecos, Sidi – Ifni y Sahara español, destinos militares de la familia. En esos años nace “Dandy”, mediano blanco que nació en Sáhara, vivió en ese protectorado y recorrió España, Portugal y Chile, además de ver nacer a mis dos hermanas y a mí. Murió con 24 años ¡!, cieguecito, casi pelado, sobre su alfombra preferida frente a la chimenea una fría noche de Navidad, rodeado de tres generaciones de su familia humana. En África los musulmanes al verlo le llamaban al - hisan ó al - aud, dependiendo del dialecto árabe de la zona, al verlo andar y caracolear de alegría entre “yips – yips – guá”, los saharauis decían que parecía un pequeño caballo. En los años sesenta comienza el noviazgo de mis padres; su carabina era un arlequín llamado “Amigo” que mi padre lleva a la finca de mis abuelos paternos. Eficaz guardián no consentía besos ni arrumacos, bajo pena de mordisco solemne al novio, de un malhumorado mediano. Murió siendo yo pequeño rayando los 17 años, gordo y con medio rabo que le amputó otro perro en una discusión acalorada por algún amor sin raza. Mi abuelo le llamaba el “Houdini”, como el mago, era un experto en escaparse. En los años 70 – 80 la sangre se refrescaba con interesantes perros de países del este (ya por esos entonces solo pequeños y medianos) que nos proporcionaba nuestro buen amigo Álvaro García – Andrade Colmenares en su famoso “Correo del Zar” como él llamaba a esos perros importados que, en un principio fueron de gran calidad. Por desgracia al pasar de moda los medianos y pequeños se van nutriendo para su perpetuación de perros de mala calidad o de perros muy consanguíneos dando lugar a perros blancos de tan poca calidad que empiezan a venderse muy baratos a principios de los ochenta hasta nuestros días. Estos perros descienden de los viejos perros de buena sociedad mezclados con perros belgas sin pedigreé. Muchos vendedores avispados los venden “sin papeles” a gente snob diciéndoles que son “spitz japoneses” cuando en realidad son medianos o pequeños blancos de muy mala calidad. Empiezan luego a entrar los Pomeranias que todos conocéis y algunos pequeños y medianos (raros de ver en los Shows) ahí empieza una nueva andanza que espero poder contaros, pero esa es otra historia de la que sí se ha escrito ……….. Rafael Fernández de Zafra Socio Honorífico del Spitz Club de España.

LOS PERROS DEL TITANIC, artículo que se cita en varios países, autor R.F de Zafra

LOS PERROS DEL TITANIC Artículo publicado en varios países y en la revista todo Perros La primera gran tragedia del siglo xx fue el hundimiento del Titanic. En el megabuque que naufragó el 14 de abril de 1912, viajaban perros, todos adscritos a pasajeros de primera clase e inscritos con sus nombres y algunos con sus razas. Este relato canino no puede restar importancia a la pérdida de 1503 vidas, pero es bonito saber, y para nosotros aficionados a este leal animal, imaginar la tragedia de perder a un ser querido, aunque animal, cosa que comprendemos los que disfrutamos de nuestros perros. Los perros que viajaban eran como os he dicho propiedad de los grandes industriales norteamericanos, especialmente de la “buena sociedad” de Nueva Cork y Filadelfia, y la nobleza británica que, atraída por tener un hueco y ser retratados a la llegada a Norteamérica por las revistas del corazón de la época , pagaron hasta 4.350 dólares americanos – equivalentes a unos actuales 100.000 dólares por viajar. Los canes pagaban el equivalente al pasaje de un niño pequeño en primera clase, razón más que suficiente para que los pasajeros de menos posibles económicos, no viajasen con sus mascotas. El viaje se inició en Southampton, el miércoles 10 de abril de 1912, deteniéndose al atardecer en Cherbourg, Francia, para embarcar otros pasajeros de la primera clase. Al llegar la noche se arrivó en Irlanda – Queensland-, partiendo desde allí a cruzar el océano Atlántico. Se exigía a los de a bordo que sus perros ostentasen el mismo nivel de glamour y vida de sus dueños, existiendo caniles o perreras en la cubierta F, de primera clase. Bien construidos, confortables, contaban con calefacción y con un servicio de paseo adscrito a cada perro. El capitán Smith, muy amante de los perros, criaba Borzöis, o bien llamados galgos rusos. Existe una foto del referido señor en cubierta, antes de embarcar con su borzöi blaco y una pequeña fusta en la otra mano, pues su familia le llevó a su perro para despedirse. Pues bien, el responsable del Titánic permitió a los de talla pequeña dormir con sus propietarios en sus camarotes. Del mismo señor parte la idea de realizar un pequeño Show canino, pues los perros de a bordo, eran casi todos de raza y además contaban con algunos campeones de certámenes de belleza. Ese evento social estaba previsto el día 15, día después del fatídico desenlace. Se inspiró el capitán para organizar el show, al ver la admiración que causaban los animales entre los pasajeros de primera clase cuando eran paseados por la zona de primera clase (popa) para que hicieran ejercicio y sus necesidades. El archivo de la empresa White Star, la operadora de la nave nos ha legado el testimonio en forma de archivo, de que había al menos doce perros, salvo alguno, como daremos detalle embarcados a ultima hora, por lo que dividiremos la lista en dos, la oficial y la oficiosa, que pende de la credibilidad de los relatos de los supervivientes. Los animales que sobreviven al naufragio, oficialmente fueron tres: SUN YAT SEN, pequnés, raza muy en boga en la época, por ser exótico y oriental. Propiedad del inglés Mr. Henry Harper y su esposa Myra (48 y 49 años respectivamente) se salvan en el bote nº 3. Mr Henry era uno de los grandes publicistas de la época y tuvo la suerte de llegar a uno de los primeros botes. LADY, perra pomerania, propiedad de Margaret Hays, se salva en el bote nº 7, escondida dicen que en un bolso o entre la ropa de abrigo de su ama y llega sana y salva a Nueva york ciudad de donde era nativa. UN POMERANO, que propiedad de los Rothschild, Martin & Elizabeth, se salva en el bote nº 6, junto a la famosa enfermera que sobrevivió a los naufragios más trágicos de la época llamada la INHUNDIBLE MOLLY BROWN. El señor Martin no quiso embarcar en el bote cediendo su lugar a una dama, pereciendo generosamente por este caballeresco gesto. Los perros que oficialmente no sobrevivieron al naufragio fueron: UN CHOW - CHOW, propiedad de Mr Harry Anderson (agente de bolsa) , campeón de belleza, asegurado en cincuenta dólares usa de la época. KITTY, Aireadle Terrier, propiedad de los señores Astor, John Jacob Astor fue la persona que liberó a los perros de los caniles o perreras de cubierta. Fallece generosamente, junto a su perra, para que su esposa embarazada, Madeleine, que se salva en el bote nº 4. Cuentan que esta señora viendo nadar a un bullldog francés hacia ella, exclama….un demonio….. por creerlo un pequeño monstruo marino en la oscuridad. Muchos de los ocupantes de los botes creían alucinar por el frío al ver a muchos animales nadar desesperadamente para salvar sus vidas. FROU – FROU, era probablemente un bichón boloñés, hembra, propiedad de Mrs Helen Bishop, regalo de su esposo Dickinson H. Bishop, durante su luna de miel en Italia - Florencia. Ambos se salvan en el bote nº 7, mientras la perrita perece encerrada en el camarote nº B- 49. UN VIEJO AIREDALE TERRIER, UN KING CHARLES SPANIEL y UN MESTIZO DE PEQUEÑA TALLA, propiedad de Mr. William E. Carter. La mujer de Carter y sus dos hijos se salvaron junto a la mujer de Astor, Carter se salvó en uno de los cuatro botes plegables. Reclamó a la compañía, demandándola, por sus perros y su coche Renault, siendo uno de los famosos juicios de la época. GAMIN DE PYCOMBE, bulldog francés, campeón de Francia, adquirido por 750 dólares usa, suma astronómica, verdadera fortuna para la época. Embarcó en Southampton, con su dueño Robert W. Daniels, y se ahogó tras intentar ponerse a salvo nadando hacia los botes. Su dueño que se salvó, demandó a la compañía ya que aseguró al perro antes de emprender viaje.. UN GRAN DANÉS, propiedad de Ann Isham, esta señora norteamericana, regresaba tras vivir 9 años en París con su hermana. A los cuatro días del hundimiento el buque Bremen, envía un cable a Halifaxcon el reporte de que habían visto a una dama con un traje de noche abrazada a un perro de gran tamaño, congelados en el agua. Este reporte puede comprobarse en los archivos del nova Scotia Maritime Historical. Cuentan los supervivientes que dicha señora se negó a subir al bote si no dejaban subir a su perro. Hay constancia de otros perros que podrían haber sido un borzöi, un galgo o un galgo afgano y un perro de tipo fox terrier. Esta sería la lista oficiosa. Del tipo fox, sabemos que pertenecía a William Crothers Dulles, abogado que viajaba solo, pero en los registros el dueño no especificó la raza y puso sólo perro. La leyenda cuenta que había un perro no registrado de raza TERRANOVA, propiedad del primer oficial Murdoch, del Titánic. Se dice que guió a uno de los botes que iba a la deriva hacia el Carpathia y que una vez en el barco aullaba queriéndose arrojar a buscar a su dueño, desaparecido en el helado mar. Este episodio no puede constatarse de modo fehaciente pero se escribieron artículos en los periódicos de la época. El periódico New york Herald, publica un sensacionalista artículo el 21 de abril de 1912, basándose en el testimonio de un marinero del Carpathia, Jonas Brigss. Una de las supervivientes del naufragio fue Eva Hart, pasajera de segunda clase que siendo niña dejó en Inglaterra un fox terrier de pelo liso blanco y que vió al bull dog francés, en cubierta impactándole la raza, pues era lo más opuesto a su fox, blanco de gran hocico y orejas caidas, ante un chato negro o atigrado oscuro y de orejas tiesas. Sus amos la dejaban jugar con este perro en su perrera, permitiendole el acceso a la primera clase. Su padre Benjamín ante los temores de su madre Esther, le dijo que el buque era insumergible, y que no lo hundiría ni Dios. De familia muy religiosa, procedente de Ilford Essex, Inglaterra, sobrevivieron al naufragio madre e hija, gracias a que Esther, tenía el presentimiento de que iba a producirse el naufragio y dormía vestida al igual que la pequeña Eva. Su verdadero viaje se tenía que haber producido en el buque Philadelphia, pero debido a una huelga se hundió. No fueron a vivir a Estados Unidos sino que volvieron a Inglaterra. Al morir el fox, Eva empieza a buscar “ el perro del Titánic” y logra adquirir una en el año 1956, de nombre Mrs. Huffle Puffle. En sus entrevistas de radio, siempre contaba lo que le impactó aquel frenchy, y lo que le impactó ver a su padre, que podía haberse salvado y se volvió del bote para ayudar a embarcar a mujeres y niños. Recuerdos de alegría y tristeza, que le hicieron compartir su vida durante 11 años con un perro cuya sombra proyectaba el recuerdo de una infancia feliz antes de la muerte de su padre. Como parte de la leyenda os contaré que mi bisabuela nos relataba que Mr. Harper, se desprendió de un valioso anillo con un brillante para tener en el bote a su pequinés ……… sobornando así al marinero que le permitió la entrada. Yo creo que habría hecho igual, que Dios me perdone. Rafael Fernández de Zafra. Bibliografía. Revista cinofilia Sudamericana. Archivo del periodico New York Herald. Archivo R. F. de Zafra (artículos sobre razas concretas) Frenchy bullytin volumen 1, pags 55 ss, nº 5, USA 1982 Azul- Jasmim, artículo del autor, Janeiro 2009. Publicaciones del archivo del White Star. Acerca de las compañía naviera, artículos de English K.C.

UN PERRO SANTO por Rafael Fernández de Zafra

SAN GUINEFORT, EL PERRO SANTO De todo hay en la viña del Señor, dice el popular refrán español, y en la viña de la cinofilia hay hasta perros santos, este es el caso de San Guinefort. Lo que parece una leyenda sustentada en la tradición del norte de Europa, de la protección del hogar y los niños por los perros domésticos ante las peligrosas alimañas, es una historia verdadera minuciosamente relatada por el dominico Esteban de Bourbon (1260). El referido monje recorre en esos años las tierras del Señor de Villars (Lyon) donde predicando contra los sortilegios y otras herejías, muchas mujeres confesaron llevar a sus hijos enfermos a San Guinefort, comprendiendo tras muchas confesiones que no se trataba de un humano sino de un perro al que la plebe había hecho santo. Sigue relatándonos en su informe “ DE ADORATIONE GUINEFORTIS CANIS” , que en la diócesis de Lyon cerca del pueblo de las clausuras llamado Neuville, en tierras del señor de Villars había un castillo, cuyo señor tenía una bella esposa, un tierno infante de cuna y un hermoso lebrel (otros autores dicen más alejados en el tiempo que el dominico un sabueso, aunque siempre se le representa en forma de galgo de color rojizo). Un día los señores se ausentaron de su castillo y el mayorazgo quedó al cuidado de una nodriza, nodriza que, en vez de vigilar de continuo al niño lo dejó dormido en su cuna y se fue de la estancia. En esto apareció una gran serpiente (otros autores más modernos dicen que un lobo ) y, al verla el perro la atacó, matando a esta, no sin antes volcar en la lucha la cunita de su amito que se cubrió de sangre de ambos luchadores. Al volver los señores del castillo quedaron horrorizados al ver la escena y creyendo al pequeño muerto, la madre se desmayó, la nodriza empezó a dar gritos y el pobre perro se acercó a su amo que, creyendo hacer justicia lo ensartó con su espada (extremo este que no queda demostrado con exactitud ya que las pinturas de la época lo presentan matado a palos, aunque yo sospecho que el monje dijo espada por ser instrumento más propio de un noble). Al acercarse a la cuna comprobaron que su hijo dormía plácidamente y a salvo y que bajo el levitón había una horrorosa serpiente muerta…… arrepentido el noble, deplorando su error al matar a tan valeroso guardián de su vástago mandó arrojar al perro a un pozo cercano al castillo, a sellarlo con piedras y a plantar un árbol para tener memoria de este hecho. Así los supersticiosos siervos y campesinos medievales intentaron consolar sus duras condiciones de vida, sus enfermedades y sus famélicas hambrunas rezando a un animal que para ellos murió en olor a santidad, pues lo dio todo, hasta su vida por su pequeño amito. Especialmente le llevaban a esa tumba donde se construyó una pequeña capilla, a niños enfermos y débiles, pasándolo nueve veces sobre la tumba del lebrel o colgando los pañales o las ropitas de los mismos alrededor de ese lugar que consideraban sagrado. Esteban de Bourbon informó al Papa y se mandó exhumar los restos del perro y quemar los huesos con la leña del árbol que se plantó en su memoria, decretando mediante edictos la expropiación de los bienes y la tortura de quienes diesen culto a San Guinefort, pero no la muerte, pues se buscaba una reprimenda ejemplar. Para el dominico este culto era un desafío lanzado a la Iglesia medieval por la plebe, dirigida por los segundones de los grandes señores a los que interesaba poco el bienestar del populacho . A pesar de todo ello se mantuvo el culto hasta los años 30 del siglo XX, ya que la Iglesia amenazó con la excomunión a quien profesase devoción al buen lebrel, cuyo verdadero nombre se dice era Gerlet. Todavía en muchos hogares campesinos de la región se ven azulejos y tablillas con esta preciosa oración, que inspiró la escena de “La dama y el vagabundo” tal y como comentó en su día el genial Walt Disney. Su día es el 22 de agosto y la oración de este “santo” protector de los hogares, amos e hijos es preciosa y muy actual : SAN GUINEFORT NOS PROTEGA DE LOS IDIOTAS Y DE LAS SERPIENTES; y añado yo: demasiado trabajo para el pobre lebrel…….

EL PERRO EN LA HERÁLDICA

EL PERRO EN LA HERÁLDICA : SIMBOLOGÍA, IMPORTANCIA Y SIGNIFICADO. El orígen de los blasones se pierde en la noche de los tiempos, pero cualquiera que sea su origen empezaron a usarse de modo claro a fin de distinguirse los caballeros y su linaje de los de otras familias a partir del año 934 como blasones familiares (Torneo de Goettinge, pintándolos sobre sus escudos de guerra), generalizandose en el siglo XIII, justamente en época de las Cruzadas y grandes gestas tras las concesiones nobiliarias otorgadas por Emperadores, Reyes y Papas, teniendo la nobleza tuvo necesidad de manifestar estas gracias, concesiones, victorias, señorío y poder, al igual, que más tarde lo hicieran los hidalgos. El perro entra dentro de los muebles o figuras heráldicas, dentro de los denominados objetos naturales, de la mano de la caza; el arte venatorio fue importantísimo en la Edad Media y se reservo a la realeza y nobleza de modo exclusivo en casi toda Europa. Tan noble e importante fue nuestro compañero que en el año de 1102 el Duque de Montmorency, hizo resurguir la Orden Caballeresca del Perro, expresando el animal fidelidad al Rey y siendo su condecoración una medalla con cabeza de lebrel. En el blasón o sea en el escudo de armas, las razas que se representan en la antiguedad son normalmente perros de muestra o sabuesos, Lebreles (los más representados), mastines y alanos (los segundos más representados) y caniches; perros todos de caza o combate salvo esta el última excepción. El perro simboliza las virtudes propia de su raza y generales del animal, fidelidad y vasallaje al rey, obediencia, gratitud, vigilancia y dependiendo del color del fondo, las figuras y del propio perro significan una cosa u otra, por ejemplo : el perro negro sobre campo de oro es el caballero de luto por su Señor, el perro de oro sobre campo rojo es el caballero dispuesto a morir por su Rey, el perro negro atado a un arbol es el animal que vigila un feudo etc… etc… se les puede representar de muchas maneras, pasando, adiestrado (andando con una pata hacia arriba), corriendo, acostado (por la muerte de su Señor),naciente (medio perro en su parte superior ) atacando (ferocidad en la campaña), apoyado sobre un lado del escudo, rampante ( verbigracia de pie), normalmente de perfil y cada una tiene un significado diferente, siendo los colores usados los heráldicos, y raramente el color natural, y estos son plata, negro, rojo, verde, azul y oro. Raramente se les representa con dos o tres cabezas, alados o como una quimera (figura que es un medio pez), es pues una figura que gusta ser representada al natural por las propias características que ello conlleva. Curiosamente a los lebreles nunca se les encadena , y a las otras razas a veces si. Al lebrel se le representa normalmente “vestido2 o sea con un collar, cualquiera sea su postura heráldica. A título de curiosidad hemos de decir que el listado de razas que les aportamos es hasta el siglo XIX, pues a partir de esta fecha se incluyen en los nuevos escudos de armas gran profusión de razas caninas que incluso llegan a especificarse en los tratados de Heráldica y Genealogía o se añaden algunas a los antiguos escudos familiares. Muchas familias europeas usan al perro en sus blasones como figura heráldica o lo que es lo mismo dentro de ellos como parte cierta del cuerpo del escudo, especialmente en Francia (los Du Plessis un perro azul, el Cardenal Richelieu era de esta Familia), en Italia (los Corsi tenían un perro mirando a una estrella), en España (los Castillo de la rama santanderina, dos perros negros atados a un árbol de sinople), en Austria (los Von und Zü Rottmülller, dos mastines matando a un turco en un cuartel y, en un segundo cuartel un pomerano blanco echado sobre un cojín rojo), Portugal, Holanda etc… etc…. Como cuerpo externo se usaron en las cimeras o sea en la parte de los yelmos o “cascos” donde van las plumas y en los sellos de tinta o lacre, y como ejemplo tenemos a la famosa familia Visconti , célebres y crueles señores de Milán , superamantes de las grandes jaurías de caza, que obligaban a cada familia de su feudo a cuidar un perro de su propiedad…….que usaban un mastín. Como adorno al contrario que en toda Europa se usan en Inglaterra , Irlanda y Escocia, sustituyendo los lambrequines (esas hojas multicolores que rodean en sus lados al escudo) por soportes de perros tal y como explicamos de un grupo de razas concreto antes del siglo XIX y de las más modernas desde hace unos doscientos años tal y como son los casos de la familia Head que tiene dos Staffordshire Terriers o el de los Mac Hair con sus dos originales Bedlintong Terriers……. Necesitaría para contaros todo ello de un libro entero pues el perro es, fue y será un inseparable compañero del hombre que ha sabido filtrarse en su vida cotidiana hasta límites insospechados desde la época mas antigua, y como muestra os contare un botón…..la familia Della Scala, señores de Verona durante doscientos cincuenta años bautizaron a muchos de sus mayorazgos con nombres como Mastino, Cangrande, Cane, Cansignorio, por ser un nombre distintivo de su fidelidad y fortaleza; escudo rojo con dos lebreles de plata que sostenían una escalera en los que un heraldista leería: SOMOS CAPACES DE MORIR POR NUESTRO SEÑOR PARA ALCANZAR SUS OBJETIVOS……simplemente bellísimo. ¿Teneis un perro en vuestro escudo de armas? Rafael Fernández de Zafra Bibliografía.: Tratado de Genealogía, Heráldica y Derecho Nobiliario (Instituto Luis de Salazar y Castro) L. Pelliccioni, El perro en la simbología. Archivo personal del autor.

LA VERDADERA HISTORIA DEL K -9

LA VERDADERA HISTORIA DEL K – 9. Las películas Norteamericanas que versan sobre perros de policía, nos cacarean el término K -9, en muchas, muchísimas ocasiones. Para conocer una intrahistoria (termino usado por don Miguel de Unamuno, al referirse a las pequeñas historias que componen la Historia con mayúsculas), lo mejor es que te la cuente un protagonista de ella y yo os voy a contar esta minihistoria, esa intrahistoria que me contó mi abuelo innumerables veces, cada vez que compartíamos una tarde o una cena y ponían en la tele una película sobre un “agente” norteamericano K- 9. Mi abuelo, militar retirado, fue agregado militar en la embajada española en la Alemania Nazi. Amante de los animales y especialmente de los perros en aquellas fechas tenia un dobermann de nombre “Tizón”. Los víveres escaseaban, hasta para los mandos más altos, y para su sorpresa, el Fürher en persona dió orden de que se elaborasen cartillas de racionamiento para perros y gatos, una cartilla por familia y perro, excepto para las razas preferentes, pudiendo tener una pareja de perros, dando parte de las camadas, que se requisaban en su mayoría para ponerlas a disposición del ejercito, para la unidad K- 9. Las cartillas de racionamiento para perros fueron una decisión muy criticada a Hitler, que poseía tres pastores alemanes, un gato y una pareja de Scottish Terrier que regaló a la sra Braun. Y la historia del K - 9, ese término que se acuñó en Alemania, del que todo el mundo se ha apropiado comienza así: Tras la primera guerra mundial, el Pacto de Versalles prohibió el rearme y la industria militar a Alemania, como castigo, además del pago de una cuantiosa indemnización hasta los años 80 del pasado siglo. Pero ignorando ello, el ejército Alemán y el Alto Mando, empiezan a rearmarse en secreto y a organizar de nuevo al ejército. Desde 1923, el Estado Alemán cría perros de un modo selecto. El REICHSBAHN, se preocupa no solo de la cría, y de seleccionar aptitudes optimas de trabajo, así como de entrenar a los SCHÄFERHUNDE, sino también de preparar a los guías y a nuevos adiestradores de perros. En el año 1930 comienzan a criar de modo masivo perros de raza pastor alemán en su preferencia, pues ellos constituían el 90% de sus fila bajo las BAHNSCHUTZ, o policía ferroviaria. Se entrenaba a los animales bajo el pretexto de servir de guardianes y auxiliares a la policía así como ferroviarios y fuerzas de carácter civil, como guardias de seguridad. Las escuelas caninas se situaron en Grunheide, lugar muy cercano a Berlín, y en las afueras de Frankfurt. Había capacidad en cada una de ellas para 2.000 perros en aprendizaje, criándose fuera de ellas, en Röntgental, también cerca de Berlín, más algunos ejemplares aportados por donación de criadores particulares. La denominación de estos perros en alemán era DIENSTHUNDE, o perro de servicio, y en su mayoría se destinaban a los usos oficiales, salvo a los mejores que se retiraban y ocultaban para formar la élite del K- 9, junto a un número de unidades militares para no llamar la atención de los aliados, a fin de formar un personal adecuado para el manejo de los animales. Cuando los animales cumplían su turno, un policía acompañaba al guía canino, a fin de poder identificar al sospechoso mientras el guía daba las órdenes precisas al perro. El director de estas escuelas caninas y criadero era Herr LAGEN, su REICHSBANHNINSPEKTOR, que era un experimentado adiestrador de perros del ejército alemán durante la primera guerra mundial. LAGEN exigía que los conductores y entrenadores de perros fuesen HUNDEFREUNDE, o sea amigo de los perros y los seleccionaba personalmente, supervisando los entrenamientos tanto de los soldados conductores, los que se formaban como adiestradores y de los propios animales. Existían 700 equipos de perros, que eran reexaminados al año de haber acabado su entrenamiento, así como a su conductor, por este director general de las K -9. El ejército alemán, posteriormente, y antes de entrar Hitler al poder, ven una oportunidad de revisar el Tratado de Versalles y así formar un nuevo ejército. Se facilitan animales y entrenadores caninos, así como campos de entrenamiento, y bajo la máscara de una especie de “protección civil” creada por el partido, y, al servicio de Alemania, cada hombre entrena un perro de guerra, de modo secreto. En 10 años se entrenaron unos 200.000 perros de K -9, a ellos se añadirían otros 15.993 animales de varias razas, desde spitz lobos a boxers, para completar las unidades caninas, según DIE HUNDERWELT. Las unidades K-9 eran disciplinadas y estaban muy bien entrenadas, y desempeñaban variadas misiones, desde la de perros de rastro, guardianes, exploradores o mensajeros, dependiendo de la mejor capacidad de cada animal concreto. En 1936, el 30 de junio, todos los cuerpos de la policía del Tercer Reich, fueron agrupados bajo el control de Heinrich Himmler, a su vez jefe de la SS, que sentía pasión por la raza pastor alemán y tenia siempre uno junto a él. A Himmler se debe la creación de unos K - 9 especiales, la unidad SS K -9; cada campo de concentración tenía una, con el propósito en palabras del citado personaje de …. “ prevenir huidas y rodear a los presos como ovejas”…… El uso de los K -9 dio a las BAHNSCHUTZ una gran eficacia en sus patrullas en las estaciones de ferrocarril y custodia de vagones de deportación, así como al Ejército Alemán. Actualmente, hoy día los entrenadores militares reconocen la magnifica labor de Herr LAGEN por la elaboración del método del K-9. Bueno, pues esto es lo que puedo contaros, gracias a mi querido abuelo, que me deslumbró con las cartillas de racionamiento y su historias de los perros en Alemania, que han sido completados con los datos y cifras oficiales que él no me contó. Espero que os halla gustado, a mí me entusiasmó Rafael Fernández de Zafra.